10 mayo, 2007

Memorias de África. Retazos.


...Aunque yo sé una canción de África” -pensaba-, “de la jirafa y de la luna nueva africana tendida de espaldas, de los arados en los campos y de los rostros sudorosos de los recolectores de café, ¿Sabrá África una canción sobre mi? ¿Vibrará el aire en la llanura con un color que yo he llevado, o los niños inventarán un juego en el cual esté mi nombre, la luna llena proyectará una sombra sobre la grava del camino que será como yo, o me buscarán las águilas de Ngong?”...


...La principal característica del paisaje y de tu vida en él, era el aire. Al recordar una estancia en las tierras altas africanas te impresiona el sentimiento de haber vivido durante un tiempo en el aire. Lo habitual era que el cielo tuviera un color azul pálido o violeta, con una profusión de nubes poderosas, ingrávidas, siempre cambiantes, encumbradas y flotantes, pero también tenía un vigor azulado, y a corta distancia coloreaba con un azul intenso y fresco las cadenas de colinas y los bosques. A mediodía el aire estaba vivo sobre la tierra, como una llama; centelleaba, se ondulaba y brillaba como agua fluyendo, reflejaba y duplicaba todos los objetos, creando una gran Fata Morgana. Allí arriba respirabas a gusto y absorbías seguridad vital y ligereza de corazón. En las tierras altas te despertabas por la mañana y pensabas: “Estoy donde debo estar”.
Karen Blixen.

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