23 octubre, 2008

Triste olvido.


Hay en mí más recuerdos que en mil años de vida.
Una cómoda llena de finales de cuentas,
versos, cartas de amor, con romanzas y pleitos,
y mechones espesos enrollando recibos,
guarda menos secretos que mi triste cerebro.
Es como una pirámide, un inmenso sepulcro
que contiene más muertos que la fosa común.
-- Soy como un cementerio que la luna aborrece,
donde largos gusanos, como remordimientos,
se encarnizan sin tregua con mis muertos queridos.
Soy un viejo boudoir donde hay rosas marchitas,
un rebujo anticuado de las modas de ayer
y pasteles dolientes, y Bouchers palidísimos
respirando perfumes de unos frascos vacíos.

Nada existe más largo que los días ingratos
cuando caen los copos de los años nevosos;
el hastío, que es fruto de la triste desgana,
toma las proporciones de una cosa inmortal.
-- Oh, materia viviente, vas a ser desde ahora
el granito rodeado del horror más confuso,
dormitando en el fondo de un brumoso Sahara;
una esfinge ignorada por el mundo insensible,
olvidada en el mapa, cuyo umbrío talante
sólo canta a la luz que da el sol en su ocaso.
Charles Baudelaire.


Para ti, que nunca lo leerás. Encontré un retrato en palabras.

10 octubre, 2008

Contrabando.

Esta soy yo (de mayor).

Sabina siempre encuentra algo que decir. Para hacer sonreir a los leones. Para callar a las hienas. Para vestirte bonita. Para desnudarte apasionada. Para librar batallas. Para guardar secretos. Para limpiar retretes. Para vivir soñando y soñar viviendo. Para muestra, un botón.