09 septiembre, 2006

Amelia Earhart


El deseo íntimo de sobrevolar el Atlántico sola no era algo nuevo para mí. Antes ya había afrontado otros Atlánticos. Todo el mundo tiene su propio Atlántico que conquistar. Cualquier cosa que queramos hacer de verdad, contra la opinión de los vecinos y el llamado "sentido común", es un Atlántico... Sobrevolé el Atlántico porque lo deseaba... Deseaba con todo mi alma hacer algo por el acto en sí, disfrutar haciéndolo, concentrar en ello todas mis energías; eso no es sólo la mejor garantía de éxito, sino también ser fiel a uno mismo".
Amelia Earhart
Una canción: Esos ojos negros (Duncan Dhu)
Un lugar en el mundo: Praga.
Un deseo: Un Atlántico.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

En ocasiones, mi Atlántico se reduce a sueños que, por miedos o no sé por qué, se queda en eso: simples sueños...

HombreRevenido dijo...

Pues va a ser verdad. Nuestro Atlántico, nuestro Everest, está dentro de nosotros mismos.

Quizás perseguir esos sueños (como dice el Usuario Anónimo) sea la mejor forma de ser fiel a uno mismo y a los demás. Olvidándose del fracaso, del error, del riesgo, para siempre.

Musa Sosa dijo...

La verdad es que no sé qué deciros a ninguno de los tres. Los tres comentarios me parecen buenísimos.

Yo también siento a menudo que mis atlánticos se quedan en sueños y hombre revenido tiene razón, perseguirlos es la mejor forma de ser fiel a uno mismo. Para eso se necesita el valor, pero, a veces, cuando menos lo esperas aparece el valor y la decisión y dejas de plantearte los miedos, porque los asumes.

Buscar el Atlántico es a menudo más divertido que enfrentarte a él.

Muchas gracias por esas reflexiones, mentes voladoras.