22 octubre, 2006

Islas para perderse. Fascículo 6. Isla San Borondón.


La isla de San Borondón es una quimera sólo apta para valientes.
Se sitúa entre las islas de La Gomera, El Hierro y La Palma, en el archipiélago de las islas canarias.
Los primeros relatos sobre la isla se remontan al siglo VI, cuando, según cuenta la leyenda, San Brendán, abad del monasterio de Clonfert desembarcó junto con otros 11 monjes en una isla formada por dos montañas con un frondoso bosque y un río entre ellas. Conmovidos tal vez por el monstruo del lago Ness el susodicho abad se dió cuenta al día siguiente que la isla se movía, no era suficiente con eso, sino que además percibió que lo hacía a lomos de una ballena gigante. (Que yo no sé cómo distinguiría el señor que era una ballena y no, por ejemplo, una orca...) Como os lo cuento. Todo puede ser. El caso es que la ballena debía ser muy dócil porque estuvieron viviendo ahí 7 años...os imaginais despertaros encima de una ballena gigante? Es que nos hemos vuelto algo ñoños, ahora ves eso y sales nadando si hace falta...pero entonces, no sé, como que todo era más normal.
A sabiendas de que el párrafo anterir os va a dejar algo fríos, continúo con el relato: En la época de los grandes descubrimientos son muchos los intentos por arribar a esta isla y muchas las gentes que afirman haberla visto desde la isla de La Palma, incluso alguno aseguró haber desembarcado en ella. De hecho, en los escritos de la época se hablaba de las islas canarias como "las descubiertas y por descubrir" y se organizaron varias expediciones en su búsqueda. En el propio diario de Cristóbal Colón aparece un avistamiento que se relaciona con ella.
Actualmente siguen surgiendo personas que afirman haberla visto. Se piensa que se trata de un fenómeno meteorológico; un espejismo provocado por el reflejo del Teide en el agua conjugado con la niebla.
También hay quien prefiere pensar que se trata de la Atlántida, que aparece y desaparece en función del estado anímico espiritual del que mira al horizonte (no haré comentarios).
Personalmente hay épocas y momentos de mi vida en los que me encantaría ser San Borondón.
Una canción: Tal para Cual (Luz)
Un lugar: Bulnes.
Un deseo: Recorrerte.

3 comentarios:

HombreRevenido dijo...

En el fondo todas las islas se descubren y se redescubren y se pierden de vista y se reencuentran (o se cree que se encuentran, y en el fondo son ellas las que nos encuentran). Es raro. Pero San Borondón me gusta, hasta cuando se deja ver.

Musa Sosa dijo...

Mistinguett, tú sí que eres un lujo ;-). Me alegro que te gusten, aunque haya que fumarse algún porrito para entender a los monjes del siglo VI!!

Hombrerevenido, tal vez sólo se descubren realmente las islas que nos hacen redescubrir una parte de nosotros mismos. Y esas nunca se pierden de vista, porque se quedan gravadas en la retina. Sería la teoría de la Atlántida, o algo así...

Anónimo dijo...

Hummmm, eso del ser y el no ser me gusta. Esta isla podria ser la mia. A mi Quijote lo pondria al otro lado del rio, y los dias soleados cruzaria a verlo. Los dias con niebla me perderia en la tranquilidad de mi valle.