11 diciembre, 2007

Formas.


Me quedaba ensimismada adivinando las formas de las nubes. No era un esfuerzo, era algo natural; las nubes venían con formas definidas que iban cambiando y transformándose. Sobre todo en verano. Era un momento en que los mayores parecían tontos y me pedían que explicase dónde estaba viendo la cabeza de la abuela. Yo me hacía la interesante, señalando el cielo con el índice, tumbada boca arriba, con mi panza de niña bien alimentada. No podía creer que no las vieran. "Ahora ya no es la cabeza de la abuela, ahora es un barco pirata". Y vuelta a empezar con la explicación. Hasta que se cansaban y me dejaban en mi mundo de nubes claras y dibujos perfectos.

La segunda cosa que me gustaba era ponerme el vestido rosa y blanco de vuelo y jugar a dar vueltas, y levantarlo por encima de los sobacos hasta que no podía ver a nadie, sobre todo si estaba mi madre y decía aquello: "Eso no lo hacen las señoritas, quiéres estarte quieta?"

La tercera cosa que me encantaba era jugar a las profes cuando traían pollitos pequeños al corral. Estaban todos debajo de una bombilla, para que tuvieran calor. No me dejaban cojerlos mucho porque decían que los estrujaba, así que cuando se descuidaban y no me veían entraba al gallinero y les daba clase. Y si alguno piaba mientras estaba explicando...pues claro, lo tenía que cojer (esto mi madre nunca llegó a entenderlo).

Y lo mejor fue cuando me compraron las botas rojas de agua y podía saltar en los charcos sin que me riñeran. Saltaba hasta que me salpicaba toda la ropa, y entonces me reñían.

Hasta que, sin que me diera cuenta, los pollitos crecían y ya no eran amarillos y no estaban debajo de la bombilla. Y las botas de agua se fueron quedando pequeñas. Y comprendí que no podía ir por ahí levantándome el vestido. Y las nubes comenzaron a volverse enigmáticas, códigos cifrados que no sabía desenmarañar.

Pero, entonces, aprendí a leer y mi imaginación estaba a salvo entre hoja y hoja. Sigo intentando descifrar el mundo. Sigo teniendo la costumbre de mirar las nubes. Y, algunas veces, todavía me levanto el vestido por encima de los sobacos. No he cambiado tanto, a fin de cuentas.
Esa foto no tiene mucho que ver conmigo, ni con mi infancia, pero me encanta.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

¡Qué bonito!! Cuando he empezado a leerlo he creído que era algún trocito de una novela, pero luego me he dado cuenta de que hablabas de ti. Admirable.

Anónimo dijo...

Alaa ¡yo también tuve unas botas de agua rojas! q cuando se quedaron pequeñas... ajo y agua!
Q guay es ser niñ@, muchas veces cuando los observo o los escucho me maravillo; y creo que tengo suerte de que en ocasiones me puedan contagiar un poquitín de esa ingenuidad y de esa forma distinta que tienen de ver las cosas.
Todos deberíamos guardar alguna cosa de cuando somos pequeños ¿no? Bueno, lo de la falda por los sobacoss.... mmm, yo mejor no, no me diera por hacerlo el sábado noche en el cubitos..
JAJAJA

HombreRevenido dijo...

Ahora los charcos son más grandes, cubren hasta la rodilla y no hay bota de agua que sirva para eso.

Que no se pierda esa imaginación desbordante. Descrita y escrita con un estilo brillante. Bravo.

kaktus dijo...

Yo estaba firmemente convencida de que las nubes eran cosas que morían en ese preciso instante en algún lugar del mundo. Por eso nunca tuve la más mínima duda de que en otro sitio había dragones, unicornios, centauros... Si yo los veía morir en el cielo, tenían que existir. Descarao.

Musa Sosa dijo...

Empanadillamadre, te has dado cuenta que hablaba de mi cuando he dicho lo de los pollitos y del corral, ¿verdad? jeje

Primera niña, tienes suerte de tenerlos revoloteando por alrededor(un ratito cada día y de lunes a viernes), y después contarnos las aventurillas jeje.

Lo de la falda por los sobacos en el Cubitos sería todo un espectáculo.

Hombrerevenido, gracias. Ahora en algunas épocas parece que recorres una región de páramos...Ni botas de agua ni ná, con los pies descalzos.

Kaktus, veo que también eras una gran observadora nubosa. A lo mejor tenías razón y existe un universo paralelo lleno de dibujos animados...

Anónimo dijo...

Aprendiste a leer; y a escribir¡


pd. lo sorprendente ya sería que la primera niña llevara falda una noche en el cubitos.

Anónimo dijo...

No me tientesss... no me tientes Potosilla. Q me he comprado botitas y cualquier noche "me arranco"!
(A ponerme falda digo, no a subírmela por los sobacos!)

Musa Sosa dijo...

Potoso, yo he visto a la primera niña con faldas y a lo loco en el Cubos(lo segundo más que lo primero), como te cuento.

Primera niña, tú una vez que te arranques...no se yo dónde te paraMOS jejeje.