06 octubre, 2007

Despropósitos.


Hoy casi dejo que Chop se coma el culillo del coche de delante en un ceda. Como lo cuento.

Y vosotros diréis: Has visto a George Clooney. Te ha guiñado el ojo un tío cañón que no habías visto en tu vida, sin camiseta, sonriendo, con unos abdominales de película, cambiando una rueda, con los pantalones estrechos y el culo en W marcado como la promesa de un molde perfecto al que aferrarse cuan salvavidas. Pues no.

Todo ha sido por un vestido. Una chica (o señora), vestida de ceremonia, con sus tiros largos, una chaqueta de un rosa fuxia que hacía imposible pasar a 100 metros de ella y no percatarse de su presencia. Una falda menos fuxia y más tirando a rojo que quitaba el hipo, una camisa indescriptible acompañando todo ese almalgama de colores, barambán de mala intención o atentado al buen gusto. Un despropósito. Acompañada de un tipo con su traje y su corbata, que era para darle de tortas por no avisar a su compañera del impacto visual que provocaba su estruendosa presencia. Y que, inevitablemente, salpica a aquel que va prendido de su mano, de su brazo o de su cuello. Evidentemente.

La psicología femenina es así, supongo. Me llego a dar un golpe por mirarme a la tía más hortera que he visto esta mañana paseando por el Coso y me habría sentido la más gilipollas del mundo, pero claro, este post no habría sido así. Ahora mismo estaría jurando que había visto al mismísimo calco de George Clooney cambiando una rueda en el Coso...

Y, es que... la psicología femenina es así...y hasta peor... por lo que me han contao...


Una canción: Hoy no es una canción, es una
melodía. Pero mola.
Un lugar: Cicely.
Un deseo: Un ron coola.

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