No creo en la media naranja. No creo en la monogamia, aunque la respete e incluso, la practique (a mi pesar en ocasiones). Tradición, cultura, costumbre, comodidad, miedo, conformismo...se me ocurren mil adjetivos para el sistema sentimental actual. Tema polémico, conflictivo, complicado.
Creo en el amor de las mil caras, en el respeto, en la admiración, en la amistad, en la lealtad, en la pasión, en la comunicación y la comprensión. Creo en la libertad y el individuo. No hay demasiadas personas que comprendan y asimilen la belleza y el sentimiento profundo de estas creencias, muchas veces más profundas y rotundas que la defensa a ultranza del matrimonio y la monogamia vital.
Creo en la alquimia sentimental. Todos somos potenciales alquimistas sentimentales. Hay personas que te llenan y vacían por instantes sin que llegues a comprender la fórmula química. Personas que amasan tu alma y la moldean. Personas con los ingredientes justos para hacerte perder la cabeza; consiguen abrir la caja fuerte y robar el tesoro sin darles la combinación. Auténticos mafiosos del crimen sentimental. Sigues andando, hablando, bebiendo, pero sientes en tu interior el vacío provocado por una explosión nuclear; asolados paisajes, árboles muertos, batallas perdidas, conciencias anuladas. Desorden y caos.
Creo que puedes enamorarte dos veces de la misma persona. Creo en Él como Alejandro Sanz creía en Ella. Creo en los tratados de no agresión. Creo que hay mucho gilipollas suelto, que hay mucho miedo, que hay poca gente por la que valga la pena poner la mano en el fuego, que hay pocos tesoros y muchos piratas de tres al cuarto, sin isla, sin bandera, sin razón, sin sentido y sin loro. Pero también creo que el mayor tesoro que se puede encontrar está en el interior de algunas personas y que los mejores paisajes y los mejores atardeceres sólo se ven en los ojos de otra persona. Y no siempre es necesario estar desnudo para ello. A fin de cuentas, algunas veces, lo más indecente es mirar a alguien a los ojos.
Una canción: En la noche (Amparanoia)
Un lugar en el mundo: Tus ojos.
Un deseo: Una de esas planchas-frigorífico nuevas que han inventado y cuestan un riñón.
5 comentarios:
Yo creía en el respeto, luego aprendí a creer en el miedo. Creo cómo tú última empanadilla que hay mucho mafioso del crimen sentimental y que todos hemos sido traficantes de sentimientos y creo que creo en mentiras que te hacen feliz por momentos.Creo que creo y que seguiré creyendo.
Sigamos creyendo, pues, creyente.
Pero el miedo es mejor intentar superarlo que creerlo, para poder disfrutar de mentiras que te hacen feliz por momentos y poder seguir creyendo que puedes creer en traficantes de sentimientos que no sean mafiosos.
Ser fiel a alguien o a algo es la forma que tenemos de no enfrentarnos a nuestros miedos y a nuestros deseos. Lo dificil es ser fieles a nosotros mismos.
Yo tambien soy creyente. Quiero creer. Y estoy de acuerdo contigo, empanadilla. La comparto y aplico, pero creo que la fidelidad tambien es en cierto modo algo cultural. Creo en el amor que tienes cerca, que te toca, que te mima, pero tambien creo en el que comparte tus secretos, secretos que se dicen con la mirada pero nunca con palabras, creo en el que te da algo nuevo, que te aporta, que te atrae desde su silencio, que comprende, pero que llego tarde, y que aun asi, sigue compartiendo contigo. Creo en la alquimia.
Browner, me quito el sombrero. No puedo añadir nada más, ni creo que sea necesario.
Potosi, me alegra que comprendas y compartas, algo difícil, como ya dije en el texto. El silencio es a veces una elocuente forma de hablar, totalmente de acuerdo.
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