25 octubre, 2011

Cumpleaños feliz.

Hoy no leo periódicos, ni escucho la radio ni veo el noticiero televisivo. Hoy quiero mirar el mundo con la inocencia con que vine a él. Desnuda y rosada.

Vuelvo a dar gracias por mi sonrisa informada y transparente. Con la insatisfacción de una pulga saltarina, de una pierna a la otra, de un bocado al siguiente. Respiro la vida, ora fría como un témpano ora cálida como un abrazo. Enriquecida con cada bocanada de oxígeno que alimenta mis células. Sorprendida con los escenarios imponentes que rodean nuestros pasos, en este viaje fugaz.


Doy gracias por esas personas maravillosas que voy encontrando en el camino. Por ese atadijo de recuerdos capaces todavía de estremecerme, de hacerme sonreír, de recordar cómo me gusta ser y por qué. Por las canciones que me envuelven entre notas imprescindibles. Por los olores que me transportan a universos paralelos. Por los abrazos grandes. Por los besos pequeños.


Sólo quiero seguir creciendo, arrugando mi ensamblaje cada vez que algo me haga reír o llorar, dándolo todo por creer que, realmente, hay instantes en los que soy libre y soy Yo. Por ver felices a esas personas imprescindibles, ésas, las que me hacen sentir.


Mi vida sólo es lo que creo que es. Por eso hace tiempo decidí creer que es maravillosa. Y realmente lo percibo así sin taparme los ojos, aunque alguna vez necesite apretar un poco los puños.

12 septiembre, 2011

Soldados de terracota.

Mis soldados se rebelan contra el general cuando los pone firmes. No son fáciles de doblegar. Intentan primero ablandarlo a base de suspiros metódicos, bostezos, tamborileando en el intestino para obligarlo a cantar, intentando desviar la atención con recuerdos fuera de lugar….todo para intentar sacar al general de sus casillas.


Cuando ven que no lo consiguen, que siguen pegados a la silla, mirando la misma pantalla, buscando soluciones que no les interesan, recurren a la tortura del general. Pequeñas agujas que van clavando en la sien, en la nuca, en la espina dorsal…

Mis soldados castigan al general, consentidos como son, placenteros y risueños. No se dan cuenta que el general necesita trabajar para mimarlos.

El general envejece cuando tiene que decirles que se acabaron las vacaciones, que no fueron tan cortas, que tampoco están tan mal, que todo es muy caro y no tienen dónde caerse muertos, que todo irá mejor, que Navidad está a la vuelta de la esquina, que fíjate cómo está Grecia, y el futuro, y el porvenir …

Y ellos se limitan a recordarle al general que está perdiendo el tiempo, que no merece la pena, que existen muchas formas de vivir y que él es tan cafre que no ve más allá de sus narices…

Y en medio estoy yo como consciencia metafísica de las corrientes filosóficas que pelean en mi interior. Yo como delimitación absurda de un montón de soldados y un general. Sin saber muy bien cuál de ellos es más yo que el resto.

Ya ves, cada uno lleva Septiembre como puede…

18 junio, 2011

Limpiando.


El polvo no sólo se acumula en las cosas, se acumula también en las almas. Y cuando te das cuenta tienes como un regusto rancio que hace que te canses más y el futuro se ve más nebuloso, como sin gracia.

La higiene es importante. La física y la mental. Por eso es recomendable, cuando se haya atravesado algún árido desierto o algún rápido torbellino pararse una mañana en algún pradito verde, abrir la caravana, sacar el plumero y el cepillo e intentar ordenar y/o limpiar todos los compartimentos.

También digo que resulta más fácil limpiar el futuro que limpiar el pasado. Porque el futuro depende en una medida importante de nuestra actitud. El pasado pasó y de aquellas lluvias estos lodos, que dicen. Y hay que limpiar mucho, oiga, "esrriñoná" te quedas y siempre queda tierra. Lo nuevo siempre luce antes. Qué vas a comparar. El resultado que dé...bueno, eso ya lo hablamos otro día,
si es menester.

14 junio, 2011

Ganas.


La batalla la ganó el olvido.

La guerra no. La guerra la ganas tú. Cada día. La lucho yo, junto a un puñado de gente, que todavía podemos recordar. Recordarte a tí. El olvido se amedrenta entonces, porque somos más, somos fuertes y luchamos sin tregua. Nos mira con desprecio, esperando su turno. Pero ahora no. Ahora se da cuenta que nunca ha podido borrarte. El amor le ganó también esta guerra.

El olvido, que tanto dolor nos regaló. Tanta nostalgia sin despedida, tantas miradas vacías. Y aquellos ojos, el destello del miedo, el frío, la fingida calma.

Y vuelta a luchar, ahora intentando encontrar un olvido amigo, pasajero, sutil, superfluo. Pero el olvido no es sutil, ni amigo. Yo lo sé. Y decido que tampoco quiero olvidar lo malo. Sólo lo recubro, con tu ironía, con tu mano, con tus palabras. Lo recubro de tí. Y entonces puedo dormir. A tu lado, ahora, que sé que puedes otra vez entenderme.

Al final tú eres yo. Y yo no me puedo explicar sin tí.