Cuando pierdo la cara B, me quedo con la lista de singles comerciales, métricamente quasiperfectos. Me aburre el compás armonioso y la letra fácil.
Me hipnotiza la voz ronca, el realismo mágico, los niños grandes, los pecados y la incertidumbre. Y todo lo que me hipnotiza, en el fondo, me inquieta.
Cuando escucho al miedo mis músculos se quedan ateridos. Como un gato mojado; esmirriada, quieta, encogida y enclenque.
Cuando decido estar a la altura me pierdo en un mar de nubes prietas.
Cuando busco las riendas sólo encuentro la fusta.
Decido olvidarme y al instante lo olvido.
Elijo pasión y corro con la cuenta de los besos y las patadas, el estropicio y el jaleo, la ácida resaca y la (in)merecida bofetada.
Me envuelvo en una bufanda hecha de brazos, me calmo y casi no tengo frío.
Y hoy estoy contenta porque he recuperado mi contraseña y con ella mi correo y a la empanadilla, que casi se queda huerfana; perdida en este mundo irreal y metadesarrollado la cría, con lo bien que me come y lo poco que me llora. Y lo pequeña que es.
Mañana os contaré la despedida, a mi manera, si hoy lo duermo todo y bien.
4 comentarios:
Cómo te echábamos de menos....
Gracias, empanadillamadre!!
Nosotras también te echamos de menos a ti este fin de.Un besote.
un placer volver a leer tus palabras, ya tocaba...
Un creyente, gracias! ya tocaba ya...
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