Las islas Galápagos se encuentran en el océano Pacífico, a unos 1.050 kilómetros de la costa de Ecuador. Están formadas por 13 islas volcánicas, 6 islas más pequeñas y 107 rocas e islotes.
Las Galápagos constituyen un archipiélago diverso y complejo, no sólo porque están alejadas del continente, sino porque, además, nunca estuvieron unidas a él. Lo que las convierte en geológicamente vírgenes (y algo introvertidas).
Es hacia los años 60 cuando empiezan a llegar turistas. Y claro, a los turistas les pasaba como a mí, en las pocas ocasiones en las que he llegado a un paraje parecido, que digo: ”Aquí me compraba yo una casa”. Pero los que van a Galápagos no son como tú y como yo. Esos llegan y compran, transferencia de las Caimán a las Galápagos. Y ahí que llega un pelícano con el gaznate lleno de billetes. En menos tiempo del que invierto yo en comprarme una falda en Zara. Acabáramos. Vamos, que en el año 1972 en Galápagos vivían 3.480 personas y en el 1980 superaban los 20.000 habitantes. Ríete tú de la inmigración. Además la gente traía lo típico; que si el periquito, el perro, el caballo, la iguana, las truchas…en fin, un desastre para el equilibrio de una tierra ajena a las costumbres humanas.
Pero (dicen) que ahora se acabó el chollo. Tienen una ley de protección que debe intentar frenar los desmanes especulativos, las aglomeraciones turísticas, la construcción de VPOs, la proliferación de inmuebles…en fin, como dicen intentar hacer en España, pero más.
La UNESCO declaró las Galápagos Patrimonio de la Humanidad en 1978 y en 2001 se amplió la declaración para la reserva marina. En el año 2007 volvió la UNESCO y se echó las manos a la cabeza. Algo hay que hacer, pensaron. Y le cambiaron el título a su declaración; pasaron a llamarlas Patrimonio de la Humanidad en riesgo medioambiental y a incluirlas en la Lista del Patrimonio de la Humanidad en peligro.
La verdad es que no sé si eso funcionará, porque yo creo que aún invita más a las visitas masivas y poco preocupadas por el entorno.
El caso es que la cosa por Galápagos parece que está fea. El pobre George, último ejemplar de tortuga gigante de la isla Pinta no logra procrear. Tiene 90 años y lleva 36 intentándolo. Una vida de sacrificio por la especie, vaya. Pero nada. Ni un huevo Kinder ha tenido.
Hay que ir a Galápagos. Sin cazar. Sin tirar papeles. Sin llevarse souvenirs. Sin tocarles la concha a las tortugas. A disfrutar. A observar. A evadirse. A encontrarse.
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