28 abril, 2007

Torpe.


Siempre voy buscando una sorpresa, una señal, un indicio. Creo que debe ser mi forma de vida, porque no desisto en mi intento, en mi forzada batalla contra la clara obviedad de lo cotidiano, del devenir pausado, de las cosas que se ven venir de lejos.

El hombre (y la mujer) son los únicos animales que caen dos veces en la misma piedra. Yo soy el más torpe de esos animales. El retrasado, vamos. Yo tropiezo constantemente. Eso sí, me levanto con una sonrisa Profidén tan grande que si no prestas atención no eres capaz de darte cuenta de que me he dejado los piños contra el suelo. La cabeza alta y la sonrisa dispuesta (que no hay nada que joda más que la indiferencia).

No me quejo. Ni voy a hacerlo.

Recurro a la hoja en blanco, al rincón del alma, al boli Bic, al silencio impuesto, a volver a explicarme a mí misma por qué. Hacer el croquis, despejar la ecuación. Sustituir variables. Introducir la incertidumbre y tender a infinito. Como las nubes. Y la ecuación escrita sale volando por la ventana y se despeja en el cielo, cuando ya no puedes verla, cerca de esa nube blanca. Y ya no puedes leer la respuesta. Nunca puedes leer la respuesta, no sabes si te has equivocado con los decimales o con las potencias. Esa ecuación no la entienda nadie, nadie la puede explicar. En las ecuaciones de la vida no hay libro de respuestas. No hay notas ni evaluaciones. Ni premios ni castigos. Todos perdemos, al final.

Un lugar: Una nube.
Un deseo: Los verdaderos deseos casi nunca se dicen (pero no se lo digais a nadie).

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Tropezar una vez tras otra indica muchas cosas, una es ser torpe, sí, pero otra es querer cambiar las cosas, hacer que sean mejores.
Me ha gustado tu reflexión, pero cambio la última frase, todos aprendemos, al final. Lo de perder es demasiado negativo.

Musa Sosa dijo...

Mickey g., sí, supongo que tienes razón y aprendemos...pero volvemos a tropezar!!! jeje.

No por ello vamos a dejar de intentarlo una y otra vez, aun con tropiezos, perdiendo o ganando.