28 febrero, 2007

Embrujo de Oriente.


Siguiendo con la búsqueda de mi identidad he iniciado contactos con una nueva experiencia. Esta vez la realizo acompañada por otra empanadilla perdida.

Las aventuras de dos empanadillas perdidas entre velos y turbantes.

Estaba ya buscándome entre las cuerdas de una guitarra. Incluso el otro día busqué en el agujerito negro que tiene en el centro. Creo que, al quedarme muy quieta muy quieta mirándola, me sonrió. Y aunque no sé todavía tocar ni una canción entera, pensé que debía seguir intentándolo. Aporreándola, vaya, a ella le pone mucho.

Ahora me sumerjo en el embrujo de los bailes orientales. Relajación y sensualidad. Así resumiría mi primer contacto con la danza del vientre. La sensualidad, por supuesto, no la destilaba yo precisamente, sino la música y los movimientos (de la profesora). Creo que tiene algo que ofrecerme (y me refiero esta vez a la música y no a la profesora). Y la otra empanadilla piensa lo mismo, así que ahí estaremos, intentándolo.

Si nos ve el primer día el mustafá de Cantimpalo nos quita la nacionalidad y nos destina de esclavas a los sótanos de su palacio, por mancillar el honor de la danza. Pero quién sabe, al final igual encontramos nuestro futuro en un harem, que me han dicho que ahora ya no son como antes, que te dejan tirar de visa y recorres mundo oye...

He de decir que la recomendación vino de otra empanadilla... en este clan no se salva ni una...estais todas para que os encierren, chavalitas.
Una canción: Soldadito Marinero (Fito)
Un lugar: Amazonas.
Un deseo: Volar.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

muy acertada la canción y el deseo, coincidimos, y con nuestro ritual danzarín ya iremos depurándolo, al final lo encontraremos, no sé ´qué exactamente pero si sé que lo encontraremos!!!

Musa Sosa dijo...

Un creyente, seguro, depurarlo lo vamos a depurar y reirnos un rato también.