27 julio, 2008

Chambao

Sucumbí al encanto de su voz de ola encallada entre arrecifes. A su sonrisa de optimista informada. A su mirada de fuerza y valor.

Nunca la había visto y no me defraudó. La Mari sonó como esperaba. Habló a su público como si fuera un sólo ser. Un amigo.

Transmite. Sin regodeo. Sin esfuerzo. Tiene ese duende.

Mereció la pena la espera.

La serenidad y el buen rollo de su directo no caben entre las líneas de un CD.

4 comentarios:

  1. Anónimo6:54 p. m.

    Totalmente de acuerdo empanadilla, y un final apoteósico al invitar a otras cuantas fieras al escenario. ¡¡CHAPÓ!!!
    (La primera optimista)

    ResponderEliminar
  2. Mereció la pena la espera... y mientras tanto debiste esconderte muy bien..... porque miraba, miraba y no te veía.... No lo entiendo... tampoco había tanta gente....

    ResponderEliminar
  3. Anónimo8:25 a. m.

    Genial todo lo que transmite¡¡ Y las del tambor una pasada¡

    ResponderEliminar
  4. Primera Optimista, a mi lo que más me gustó fue cuando sacó al león
    ;-). Un extasis (exta no).

    Nosemosnaide, no soy muy de esconderme, lo que pasa que como una es bajita a nada que haya tres persona ya...no se la ve desde las alturas.
    Así que sucumbiste a la curiosidad de verlos eh?... Ya me contarás qué te pareció.

    Anónimo, y qué me dices de la Lila con sus rancheras y sus cosas yajajajajeyyyyy

    ResponderEliminar