28 mayo, 2009

El día del juicio.


He perdido la cuarta parte de mi juicio propio. De mi mayoría de edad. De mi madurez. Y duele. Joder si duele. Duele cuando te lo arrancan y duele después, cuando tienes que reponerte.

Duele como cuando pierdes algo intrínsecamente tuyo. Como esas cosas que no te das cuenta de que las tienes hasta que ya no las tienes y entonces es cuando duelen. Y el cuerpo se inflama en señal de duelo y te martiriza el socavón que deja la ausencia y se tensan los puntos que intentan cerrar la herida y puedes degustar el sabor amargo de tu propia sangre.

A merced de las señales de duelo de tu cuerpo. Y de la fortaleza de tu mente. No me siento menos cuerda, ni rejuvenecida. Sólo dolorida y un poco rabiosa.

En la sala esterilizada dijo cuatro el autor, tras el trapo blanco que cubría su boca rosa, tras las gafas marrones que cubrían sus ojos verdes. Lee dos en el informe, recomendación de la auditoría dental. Una, pronunciaron mis labios, decidió mi consciencia. Y esta boca es mía. Agradezco ahora mi cobardía bucal.
Y el ratoncito Pérez ni ha aparecido ni nada. A ver si también le han chivao los Reyes Magos que mi madre va diciendo que soy mayor para esas cosas!

14 mayo, 2009

Atormentada.


Ah!! Tormentada. - Dícese de una tormenta repentina y violenta que te pilla sin paraguas (principalmente en Zárágózá capital).

12 mayo, 2009

Manifiesto de una naranja.


Nuestra piel os asusta.
Nuestro jugo os reconforta.

Nos gusta el sol.
Maduramos despacio.

Nos cortáis por la mitad.
Nos exprimís.
Y después buscáis la otra mitad.
De nosotras mismas.
Como si fuera fácil.
Recomponerse.
Cuando te parten.

No más metáforas a nuestra costa.


Menos amargas que el limón.
Menos dulces que el melón.
Menos frescas que la sandía.
Menos exóticas que la papaya.
Más licuadas que la manzana.
Más vitaminadas que la cereza.



Amamos el Levante que nos crea.
Odiamos la mandíbula que nos tritura.
Tememos el exprimidor que nos aplasta.
Respetamos el paladar que nos aprecia.