19 diciembre, 2006

Islas para perderse. Fascículo 9: Laputa.


Laputa es el nombre de la isla a la que llega el aventurero Lemuel Gulliver en el tercero de sus viajes, tras haber visitado los reinos de Liliput y de Brobdingnang, en el libro Los viajes de Gulliver, de Jonathan Swift.

Se trata de una isla con dos peculiares características que la han hecho merecedora de su puesto en este coleccionable:

Por un lado, la isla tiene la facultad de ser dirigida en una dirección u otra, ya que está propulsada por un imán orientable de gran fuerza y tamaño, inserto en su base. Por medio de esta piedra imán puede hacerse que la isla suba o baje y se mueva de un lado a otro; ya que el imán posee una fuerza de atracción en uno de los extremos y otra de repulsión en el otro. Poniendo el imán vertical con el polo de atracción hacia la tierra, la isla desciende; pero cuando el polo de repulsión apunta hacia abajo, la isla sube en vertical. Cuando la posición de la piedra es oblicua, el movimiento de la isla es oblicuo también.

Pero la parte que más me gusta sin duda es la concerniente a sus habitantes; científicos e intelectuales, de supina inteligencia y prodigioso saber erudito, que sin embargo no brillaban por su quehacer práctico, y jamás de los jamases llevaban a buen puerto sus continuas discusiones y deliberaciones; crearon maravillas tales como un espejo que permite conversar con cualquier personaje histórico, pero no sabían diseñar bien la ropa. Swift ridiculizaba a los científicos y el razonamiento abstracto, en un momento en que el espíritu científico se imponía en Europa y Newton era el héroe nacional inglés. Los laputanos no miran nunca ni al mundo exterior ni a sus semejantes, sino a sí mismos y a las estrellas.

Estar en isla Laputa tiene que ser como estar dentro de una atracción de feria, y ser el gobernador sería divertidísimo. Que la gente defrauda mucho a Hacienda: posición oblicua y bandazos. Que la gente tiene sobrepeso: subes y bajas la isla, para que al menos den botecitos. Que los vascos quieren la independencia, boca abajo, hasta que entren en razón. Que hay niebla, a subir. Que empieza a faltar el oxígeno, a bajar. Así sí se puede gobernar y manejar a la población. Y eso de los habitantes, tanto mirar hacia dentro y a las estrellas…me resulta familiar. Pienso que algunas veces estamos más cerca de Laputa de lo que pensamos.

No voy a hacer alusiones a su variopinto nombre. A fin de cuentas hay tantas malas putas disfrazadas de señoras respetables que cuando se ve a una puta venir de frente con el nombre completo se agradece que sea genuina.

Una canción: Wild Thing (The Troggs)
Un lugar en el mundo: La cabaña del tío Tom.
Un deseo: Ser gobernadora en Laputa
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4 comentarios:

  1. Gran epopeya la de Gulliver. ¿Cuándo nos daremos cuenta de que no es un libro para niños? Una isla fantástica (en el sentido estricto).

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  2. Hombre revenido, una isla estrictamente fantástica (en el sentido metafórico)

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  3. Anónimo8:50 p. m.

    Realmente estoy de acuerdo contigo... la vida es algo muy próximo a estar en esta isla... un día estás arriba, otro abajo... de vez en cuando en el centro o excluida de él... ¿quién maneja esto?? creo que no lo está haciendo demasiado bien...
    Personalmente prefiero San Borondon.
    Un besito empanadilla

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  4. Piltrafilla, lo peor es que supuestamente tendríamos que manejarlo nosotros mismos...o tú también cuentas con un yo íntimo e intrínseco que se te desata cuando menos lo esperas?
    Otro besito para ti, desconocido/a.

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